Sabemos hablar de casi todo con nuestros hijos: la amistad, los miedos, la escuela, el futuro.
Pero cuando aparece la palabra “sexo”… muchas veces, se nos traba la lengua.
Sentimos vergüenza, dudas, incluso miedo.
¿Estoy diciendo demasiado? ¿Muy poco? ¿Muy pronto?
La sexualidad no es solo genitalidad.
Es vínculo, energía, sensibilidad, placer, respeto.
Y sí, se puede hablar con naturalidad.
Solo hace falta sanar lo que nosotras mismas no aprendimos a nombrar.
1. El silencio no protege, confunde.
Muchas veces creemos que callar es cuidar.
Pero cuando no hablamos de sexualidad, el vacío lo llena Internet, el entorno o la desinformación.
Y ese silencio no educa: genera culpa, distorsión y vergüenza.
Hablar de sexualidad no es hablar de relaciones sexuales.
Es abrir el cuerpo como territorio sagrado, enseñar límites, enseñar placer, enseñar a decir que no y también a sentir que sí.
Hablar es cuidar.
2. Lo que no nombrás, se hereda como tabú.
¿Recordás cómo te hablaron a vos del cuerpo, del placer o del deseo?
¿Lo hicieron?
¿Te sentiste libre de preguntar?
Esa historia vive en tu cuerpo… hasta que la interrumpís.
Y esa interrupción amorosa es un acto de revolución generacional.
No hace falta tener todas las respuestas.
Solo hace falta estar disponibles para las preguntas.
Cuando hablamos sin miedo, nuestros hijos no heredan vergüenza. Heredan confianza.
3. La sexualidad se transmite con el ejemplo, no con un discurso.
Podés decir mil veces que el cuerpo es algo natural.
Pero si te incomoda nombrar la vulva, si te vestís apurada para que no te vean,
si evitás tocar ciertos temas, tu mensaje es otro.
La coherencia es el mejor recurso educativo.
Cuando vos habitás tu cuerpo con amor, tu hijo o hija lo aprende también.
Tu relación con tu placer es la base de su educación sexual.
El primer paso empieza en vos
Tomate 10 minutos.
Escribí o sentí internamente estas preguntas:
¿Qué palabra evitás usar al hablar con tus hijos sobre sexualidad?
¿Qué creencias traés de tu crianza que hoy querés transformar?
¿Qué te gustaría que tus hijos sientan cuando hablen con vos sobre deseo o placer?
Respirá.
No hay respuestas correctas.
Solo verdad.
Y desde esa verdad, nacen conversaciones más libres.
Hablar de sexualidad con tus hijos no tiene que ser incómodo.
Puede ser un puente.
Una oportunidad para mostrarles que el cuerpo es casa, que el placer no es vergüenza, y que el deseo se puede nombrar sin culpa.
🌸 Si este artículo te abrió preguntas, compartilo con otra madre que también quiera criar desde el amor y la conciencia.
🌱 Y contame:
¿Qué conversación pendiente sentís que podés empezar hoy?
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